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En primera, quiero dejar muy claro mi absoluto desacuerdo con los millones invertidos en un festejo hueco y superficial; por muy bien producido que haya estado. Me parece en extremo indignante porque no nos sobra el dinero para esas pendejadas. Pero para nuestra tranquilidad, no todo lo que vimos costó dinero: hubo miles de voluntarios que trabajaron sin recibir un centavo. ¿Extranjeros? Por supuesto que no. Los extranjeros sí cobraron y muy bien por venir a armar el numerito. Para variar, a quienes pusieron a trabajar sin cobrar fue a los mismos mexicanos. ¿Esto suena familiar?
Y por otro lado me pregunto, ¿en realidad somos independientes? Démosle una pensada: la tercera fuente de ingresos más importante del país son las remesas de ilegales que nos mandan de Estados Unidos; gente que se fue de México por falta de cualquier tipo de oportunidades. En otras palabras: miles de familias dependen de eso para subsistir. Me parece que más bien somos un co-dependientes. Llamarnos "Independientes", ¿Es un eufemismo? ¿Un tecnicismo? ¿No viene siendo como festejar que eres un "adulto independiente" y vivir en casa de tu abuelita sin pagar renta? Puede ser, aunque, en honor a la verdad y para ese caso, los United también son un poco co-dependientes de nosotros. Como diría Manolito, el de Mafalda: "No se puede amasar una fortuna sin hacer harina a los demás". Siendo los mexicanos -claro- la harina.
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¿SERÍA MEJOR?
Pues no, porque al final un pueblo vale por su identidad (chingona o pinche) y porque seguramente seguiríamos siendo ciudadanos de segunda, pero bueno... no está de más, piénselo un rato: "¿el chido de la película gacha o el gacho de la película chida?".
Y claro, festejar nuestra mexicanidad en pleno campo de batalla tampoco es una delicia: tan sólo el lunes de la semana pasada hubo -sí, en un solo día- cuatro balaceras en mi natal Tepic, ¡cuatro! Y en lo que va del sexenio se estiman algo así como 27 mil personas asesinadas, una cifra que simplemente rebasa todo. Una cabeza por ahí, una oreja por allá, una pata por acullá.
Y no es que de origen la idea de combatir el narcotráfico y el crimen organizado esté equivocada. Aunque quizá esta estrategia en particular no haya sido la más pintoresca. El gran problema es la corrupción, el cáncer del país que ha ido penetrando poco a poco todos los niveles. ¿Quién está del lado de quién? A diferencia de otros países donde esto podría sonar ridículo, en México no creemos en la policía ni en los gobernantes. ¿Por qué? Porque una parte de nosotros supone, casi a nivel inconsciente y automático, que hay grandes probabilidades de que pertenezca ya al otro bando.
En este país es de pánico loco ser un alcade que vaya contra los intereses de estas organizaciones. Sólo en lo que va del año van once alcaldes asesinados. Y de periodistas ni hablamos. Para ilustrar este párrafo iba a buscar imágenes pero mi buen gusto me impide publicarlas acá. Pero por mí no se detengan: busquen en Google images "narcofosa", "encuentran cadáver", "encuentran cabeza", etc. Nauseas bien chidas garantizadas.
Pero no es ése mi punto. Realmente lo que quiero decir es que a pesar de todo todo lo ya mencionado y más, muuuuuucho más, he estado pensándolo y mucho y he llegado a la conclusión de que sí debemos festejar. No la pendejada naquetina del zócalo. Festejar nuestra identidad. Y quí expongo mis motivos:
Un país no es sus gobernantes. Nuestra mexicanidad no puede depender del hombre que ocupa la presidencia. Nuestra identidad rebasa por mucho eso. En términos generales, el presidente y los partidos son un asunto administrativo que sí, obviamente termina por joder, pero que de ningún modo puede ser determinante para decidir festejar o no. En otras palabras, hablando de mi identidad como mexicano, ¿ésos qué? No es la fiesta de Calderón. La fiesta es nuestra.
Si bien el país se encuentra en una fase un tanto oscura, de peores hemos salido. El contexto social y político en la época de la revolución no era mucho menos sanguinario. Y me parece necesario recordar que históricamente, ninguno de los grandes cambios sociales fue fácil jamás y siempre fue necesario que hubiera sangre derramada, nos guste o no. Habrá que esperar para ver si en retrospectiva todo lo que ocurre es un 'mal necesario'. Nadie puede afirmarlo ni negarlo hoy.
México es un ENORME país. Por miles de razones puedo afirmar que tenemos una identidad POCA MADRE. Por supuesto que es valiosísimo ser independientes aunque no ganemos en euros. ¡Por supuesto que merece la pena festejar nuestra independencia! Como México no hay dos. No puedo entrar en muchos detalles porque no acabaría; pero sí, a pesar de mi amargura, cuando no estoy en el país y platico con extranjeros que me piden que les hable de México, se me nota el amor y no puedo evitarlo. Me siento orgulloso de ser mexicano. Y este orgullo no depende de Calderón. No depende del PAN. No depende de los narcotraficantes. Este orgullo es mucho más profundo.
Aquí una bellísima imagen llena de orgullo. ¡Pos qué ching'aos!
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Sí, reitero mi desacuerdo con el enfoque que el gobierno dio a los festejos y la ridícula cantidad gastada en algo tan efímero. Reitero mi consternación por la negra situación en que nos encontramos. Reitero que estamos lejos, muy lejos del país que podríamos ser con todos los valores y recursos que tenemos.
Pero nada de eso hace que me sienta menos mexicano. Y estando lejos el 15 de septiembre, mientras leía comentarios en twitter y facebook del festejo, me asomé por la ventana de mi hotel y vi París: lucía precioso, de noche, con muchas luces y monumentos espectaculares. Pero no era mío. No era yo. No era mi país. Confieso que mi duro corazón se ablandó y me sentí muy conmovido: extrañé México.
Un poco tarde, pero sí, sin duda: que viva México, cabronas.
Y para celebrar nuestra mexicanidad, qué coloso ni qué la madre. En este hermoso servi-blog vamos a celebrar con algo muy nuestro, el humor. Aquí una pequeña galería de esos íconos culturales mexicanísimos. Esas cosas tan nuestras que nos representan en el mundo...
Empecemos por el dibujo animado mexicano más famoso:
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Seguido por nuestro muy digno representante mexicano en el célebre videojuego Street Fighter. Según sé, es el tiene los combos más pinches de todos pero ¡HEY! tiene un chaleco con barbitas y plumas en la cabeza.
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Y para cerrar con broche de oro:
Besos mexicanos para ustedes, mis finísimos lectores. Mucho mejor el beso mexicano que el beso francés. ¿Cómo es? Cuando me encuentren en persona pregúntenme y les hago la demostración, jajajaja.