Mis finísimos lectores.
Hoy voy a compartirles algo que nos ocurrió, una anécdota en verdad perturbadora. Completamente verídica. Una historia terrible, qué digo terrible, ¡terriblísima!
Ésta es la primera vez que la cuento públicamente y no es fácil, ¿eh? Se me ponen los pelos de punta sólo de recordar.
BUENO, primero tengo que dar algunos antecedentes: hace tres años, nuestra película (Mi último día) se encontraba seleccionada en el Festival de Cine de San Sebastián, en España, uno de los más importantes. Por supuesto, el productor Edgar Barrón y yo, el director, acudimos.
Durante los días de exhibición todo marchó muy bien, la crítica trató muy bien nuestra película y el público la recibió de manera muy entusiasta. Y claro, como buen festival de cine, todo era glamouroso, cócteles, celebridades, alfombras rojas, premieres, etc. Durante varios días conocí a muchos reporteros que me hicieron entrevistas y tanto la película como nosotros tuvimos cierto grado de exposición durante los días del festival: fuimos famosos por unos minutos. Por cierto, un dato: la mayor parte de las galas del festival ocurren en un lugar llamado Kursaal. Todo muy mono. Aquí de noche:
El festival se ocupa de pagar el viaje, vuelos, hospedajes y todo lo demás; sin embargo, al terminar el festival, por un problema con nuestro vuelo a Barcelona, ciudad a la que iríamos por nuestra cuenta después, tuvimos que permanecer en San Sebastián un día extra, pagado por nosotros. Así que dejamos nuestro hotel caro y nos fuimos a un sencillo hostal. Era uno de esos hostales que no tiene lobby, recepción ni nada. A uno le dan la llave del edificio y de su cuarto y listo, se desentienden hasta el momento del check out.
Como teníamos un día libre y para entonces ya habíamos hecho bastante turismo en la ciudad, nos preguntábamos qué podíamos hacer para matar el tiempo.
Buscando en internet encontré que había una playa nudista muy bella justo detrás del Kursaal. Yo nunca había estado en un lugar nudista pero me llamaba mucho la atención y no soy nada pudoroso. Me costó un poco convencer a Edgar de ir conmigo, pero lo logré.
Nos llevamos una mochila. Ahí echamos las llaves del hostal y toallas.
¡Y ahí estaba la playa! Era realmente hermosa y sí, había una buena cantidad de personas completamente desnudas caminando o asoleándose con toda naturalidad. Había jóvenes, viejitos (varios de ellos), parejas, etc. A mí me encantó esa posibilidad y me sentía muy entusiasmado.
Finalmente, nos quitamos la ropa y la guardamos en la mochila. Sacamos las toallas y fuimos al mar. La experiencia de estar en un lugar nudista, para aquellos de ustedes que no la hayan vivido, es muy especial. Es confrontativa en inicio pero luego viene una sensación de libertad y de plenitud que a mí me encantó.
Estuvimos en el mar un rato, nadamos y nos asoleamos. Como a los 40 minutos nos aburrimos y decidimos que era tiempo de irnos. Cuando llegamos a la orilla encontramos una terrible sorpresa: ¡¡¡UNA OLA SE HABÍA LLEVADO NUESTRA MOCHILA CON NUESTRA ROPA, DINERO Y LAS LLAVES DEL HOSTAL!!!
Sólo quedaron nuestras dos pequeñas toallas en la arena. "PUTA MADRE. ¿QUÉ HACEMOS?".
Aquí el problema: estábamos vestidos sólo con una toalla --- no teníamos la llave del hostal, la única forma de lograr que nos dieran otra llave del era localizar vía telefónica a la administradora --- No teníamos el teléfono de ella --- Para obtenerlo, necesitábamos meternos a internet --- Podíamos ir a un ciber café pero, CLARO, no teníamos ni un centavo.
AAAAAAAAHHHHHHHH, FUUUUUUUUUCCCCCCCKKKKKK
Después de pensar por un rato qué diablos podríamos hacer, diseñamos un plan y esto fue lo que hicimos:
PASO 1.- Tratar de salir de la playa y cruzar con la mayor discreción posible la zona del Kursaal, aún llena de reporteros y personas que conocimos durante el festival. Había pasado de ser un director de cine respetable en festival de primer mundo a ser un nudista con pésima suerte!!!
PASO 2.- Actuar de la forma más digna y natural posible a pesar de estar en una ciudad completamente desnudos salvo por una pequeñísima toalla y nada más, ni chanclas, ni nada. La gente nos veía muy raro y algunas personas se reían de nosotros. Seguimos avanzando tratando de disimular la humillación.
PASO 3.- Pedir limosna. Necesitábamos un euro para poder hacer la consulta en el ciber café. No recuerdo qué le dijimos a la gente, que además nos veía rarísimo, pero logramos que alguien nos diera un euro. ¡Qué vergüenza! Limosnero y desnudo mexicano en San Sebastián.
PASO 4.- Una vez en el ciber logré sacar el teléfono de la administradora. Como mi tiempo de internet fue muy poco, por suerte sobró un poco para hacer la llamada.
PASO 5.- Pedir que la administradora nos encontrara en el hostal y nos diera una nueva llave. Por supuesto no pensaba contarle la historia real, así que inventé que en un descuido alguien nos había robado la mochila. Se preocupó mucho y me insistió que debíamos llamar a la policía. Yo le dije que no, que no traíamos nada de valor. Ella dijo: "No sé cómo sea en México, pero aquí tenemos que denunciar cuando algo así ocurre". Yo respondí: "Soy mexicano, los mexicanos desconfiamos de la policía y estoy un poco cansado. Por favor, sólo dame la llave". "Vale, tío, vale".
No puedo expresar con palabras la FFELICIDAD que nos dio llegar al cuarto del hostal.
Por favor, cuando vayan a una playa nudista procuren vigilar bien su ropa: hay un mundo "vestido" allá afuera.
Y así termina esta anécdota en verdad perturbadora. Una historia terrible, qué digo terrible, ¡terriblísima!
Ésta es la primera vez que la cuento públicamente y no fue fácil, ¿eh? Se me ponen los pelos de punta -literal- sólo de recordar.
11 comments:
Lo siento amigooooo, pero jajajajajaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...
Aaaayyy me estoy riendo en la oficina como idiota tal como lo hice con aquel post de los nombres de las partes intimas, jajajaja.
Es una anecdota muy divertida, para quienes la leemos, ya me imagino lo aterrador que debe ser vivirla.
Yo soy especialista en que me pasen cosas como esas, jaja, así que di un día voy a una playa nudista procuraré cuidar bien mi ropa y mi dinero, jajaja
Un abrazo a ti y a Edgar.
Jajaja que desventura!! Pero ahora es una buena anécdota de seguro en el momento fue algo difícil jajaja
Laura Carolina
jajajajajajajajajaja xD
jajajajajajajajajajaja xD
jajajajaja XD LOL xD
jajajaja XD
me mori de risa xP xD
jajajaja
buena lección de vida xD XD
jajajaja XD
JAJAAJAJAJJA
Ya me la sabía, pero reí mucho de nuevo.
Marco!
Hey super bakano uno enterarse de tantas cosas por este medio.
Lo mejor es que te imaginé perfecto. Puedo ver tu carita de limosnero perfecto: DEME UN EUROOOO.
Animo, amigo, pero pa que no ande de exhibicionista.
R.C.
AAAAAAAAAAAAAYYYYYY
Por eso yo no voy a esos lugares, que desventura, que risa me dio, amigo... con todo respeto jajajajajajaja
Me boté de risa... contigo, no de tí. Bueno, un poco de ti también.
Que divertida anécdota canijo. No cabe duda que después de la empelotada viene la calma, gracias por este momento de entretenimiento.
Un abrazo estimado Sergio
Knito
Y si de veras te la robaron??
Una excelente anécdota , algo para contar a los nietos jjejeje la verdad la mayoría de veces que nos animamos a rebasar nuestros límites , pasan cosas de este tipo , que bueno que al final todo salió bien
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